El Día Internacional de la Mujer se celebró ayer en varios
países de distintas formas: en Rusia fue declarado fiesta nacional, en la
entonces Unión Soviética, como una forma de reconocer los derechos de las
mujeres e ir en contra de la discriminación; en México diversos medios de
comunicación realizaron anuncios a favor del respeto a los derechos de las mujeres,
así como algún evento para conmemorar el día y cada figura pública expresó sus
ideas al respecto.
Pero desde mi punto de vista las celebraciones mundiales
sobre algún tema pierden la esencia misma de la causa, ya que todos pueden
hablar ese día en específico sobre la cuestión (medio ambiente, pueblos
indígenas, mujeres, etcétera), pero a lo largo de los días, meses y años, no
hay acciones concretas para revertir los efectos negativos de dichos problemas.
Tal vez mi carácter pesimista frente al Día Internacional de
la Mujer tenga que ver con el contexto en el que me ha tocado vivir, pero no
fue hasta hoy que he reflexionado acerca de su importancia, pues hace menos de
100 años las mujeres eran tratadas de forma muy distinta, no podían estudiar,
es más ni siquiera podían hablar frente a otras personas; pero ahora gracias a
la lucha de muchas mujeres yo puedo estudiar la Universidad y tengo la
posibilidad de buscar un trabajo.
Yo, como mujer, si me siento diferente a los hombres, pues
es un hecho que las mujeres nunca van a ser iguales a los hombres en muchos
sentidos, es por ello que en varios aspectos no concuerdo con las ideas
feministas, ya que sí se busca una igualdad entre hombres y mujeres, ninguna de
las dos partes debería tener un trato distinto; pero lo que si debe haber entre
hombre y mujeres, niños y adultos, seres humanos y medio ambiente es RESPETO,
algo que quede cambiar radicalmente las relaciones sociales.
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