domingo, 5 de octubre de 2014

Tráfico en Lima y el diccionario peruano-mexicano

Después de disfrutar por dos meses de este bello país, una de las cosas que más llama mi atención es la forma de hablar de los peruanos, tienen un acento muy peculiar, desde mi punto de vista es muy neutral no suelen alzar la voz con frecuencia ni siquiera en el transporte público, es decir, nunca me han deleitado con una gran carcajada o con la ruidosa venta de productos, eso si, el tráfico peruano es una cosa seria.

Algunas de las palabras que más llaman mi atención son:

Dejo-Jerga
Malogrado-Descompuesto, Roto
Chevere-Bonito, Padre
Brabazo-Excelente
Palta-Aguacate
Chompa-Chamarra

Siempre reconocen mi acento mexicano porque tienen acceso a la Rosa de Guadalupe y al Chavo del Ocho, entonces es muy usual percibir risas cuando digo cosas como "mero" (dígase a la mera hora o ya merito) o la frase frecuente "habla como en la Rosa de Guadalupe", es algo muy gracioso. Una vez un compañero me preguntó cómo le decíamos a los sacerdotes, sí utilizamos la palabra padre para decir chevere (jajaja).

Como buena mexicana en México, solía renegar del tráfico en mi país, porque es un hecho que no se respetan los semáforos ni los pasos peatonales, pero el tráfico en la increíble Lima me ha dejado sin aliento. Para llegar a la Universidad Científica del Sur puedo tomar el Metropolitano que para justo frente a la escuela o hay un trasporte privado que nos lleva con toda la comodidad del mundo, pero necesitamos conocer cada aspecto de una Ciudad y el transporte público siempre es interesante, pregúntenle a alguien que ha estado en metro Hidalgo a las siete de la tarde.

Sí visitas Lima no puedes perderte de la increíble experiencia de viajar en combi. La aventura comienza al intentar detener una sin se atropellado, ya que viajan a una gran velocidad y la gente debe subir rápidamente sino quiere ser regañada por la persona que recolecta el pasaje, así es, incluso con el reducido espacio dentro de este transporte hay alguien que viaja parado, con el cuello torcido y la puerta casi siempre abierta. Me encanta el sonido de las monedas cuando las hace saltar en la mano y el clásico "TODO ANGAMOS, TODO ANGAMOS", gritan el nombre de las avenidas por las que pasa el transporte.

En una ocasión viaje en el asiento del copiloto de una combi y fue una de las experiencias más extremas de mi vida, me sujete todo el tiempo con ambas manos y en muchas ocasiones pensé que chocaríamos, mis respetos para las personas que manejan en esta bella ciudad. El tema con Lima no son los 9 millones de personas que la habitan, sino los espacios tan reducidos que habilitaron como calles y banquetas, por ello se aglomera la gente y el tráfico es terrible, mucho mucho peor que en México. Todos los días al regresar a Acapella (nuestra casa) agradezco estar viva y haberme salvado de ser atropellada, incluso parada en una esquina esperando el alto corro peligro, los carros suelen rebasar por cualquier lugar, irónicamente, no suelo escuchar muchas groserías como uno podría imaginarse, creo que ellos ya saben cuáles son las reglas del juego, eso sí el claxon ha sido el sountrack de mi vida en Perú.

Pero aún con el tráfico y el caos de mi querida Lima no puedo dejar de cruzar la Avenida Angamos para comprar mi chaufita con una Inca Kola bien heladita y mi sanguche con su chicha morada.






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